Sígueme si quieres, pero recuerda que yo tampoco sé el camino...

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miércoles, 12 de enero de 2011

A lo largo de los años vas creciendo, vas aprendiendo cosas nuevas y vas madurando. Llega un momento en el que ya no te crees los cuentos de hadas, que sabes que nadie puede regalarte la Luna, y que son poquísimos los que van a estar toda la vida. Pero siempre nos queda esa niña encerrada en una cajita, que salta muy muy alto para levantar la tapa y salir. Y a veces lo consigue, y todo vuelve a ser perfecto. Porque todos necesitamos volver a sentirnos como niños aunque sea por unos minutos. Necesitamos depender de mamá para que nos ayude a saber qué está bien o qué está mal.
Sin embargo, llega un momento en el que tienes que tomar una de las decisiones más importantes de tu vida. Y, desgraciadamente, en ese momento tienes que encerrar a la niña con doble vuelta de llave; tienes que pensar y tomar una decisión sensata. Nadie puede decidir por ti. Nadie. Sólo tú eres el dueño de tu futuro cuando llega el momento de decidir lo que quieres hacer con tu vida. Años atrás, parece que siempre lo has tenido segurísimo, quizás porque lo veías demasiado lejano como para pasar demasiado tiempo pensándolo con la mano en el corazón. Pero el momento llega. Ya lo creo que llega. Y antes de que te des cuenta. Es ahora cuando hay que mirar hacia adelante, hacia ese futuro que tanto miedo da.
¿Realmente es éso lo que quiero? A día de hoy, es posible... pero, ¿quién me dice que en un par de años no puedo tener la sensación de haber cometido el error más grande de mi vida?
Nadie. NADIE. Estaría bien que mi yo del futuro viniera para avisarme de si voy a estar agusto conmigo misma si sigo el camino que ahora me parece el correcto.
El tiempo pasa, y cada vez el momento está más cerca...

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