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domingo, 15 de abril de 2012

Vuelvo a sonreír, al veros vivir

A menudo, cometemos el gran fallo de idealizar a las personas y nuestra relación con ellas. Pensamos que van a estar siempre, que por muchos años y por muchas circunstancias que nos separen de lo que fuimos algún día... en realidad siempre seguiremos siendo los de entonces. Y ahí está la gran mentira. No puedes forzar algo que no sale por sí solo. Y es triste, claro que sí. Es muy triste ver cómo personas que lo fueron todo, ahora se han convertido en menos que nada. Ver cómo por mucho que te esfuerces por mantener el contacto, la amistad ha dicho "basta" y todo ha llegado a su fin. Desde ese momento, lo único a lo que podemos aferrarnos es a innumerables recuerdos felices... y sonreír al recordarlos. 
Porque el final no tiene que ser malo. Porque puede que, simplemente, esas personas hayan cerrado un ciclo en tu vida. Quizás han tenido que salir para dejar paso a otros. Pero, al fin y al cabo, y de una manera u otra, son un pedacito de ti. Eres lo que eres gracias a cada uno de ellos, y eso es algo que no debemos olvidar jamás. 
Por eso, nunca, nunca me olvidaré de los que me habéis acompañado en este camino. Tanto los que habéis avanzado conmigo pequeños pasitos, como aquellos que han estado a mi lado durante años, haciéndome ganar años de vida con cada carcajada.


Y luego... luego están los que siempre han estado ahí. Los que no se van ni con agua caliente, y ni ganas tengo de que se vayan. Los que me conocen mejor que yo misma. Ésos que dicen que se pueden contar con los dedos. Afortunadamente, yo creo que a mí me faltan dedos para contar a estas personas.
Tampoco puedo olvidarme de los que llevan ahí muchísimo tiempo, pero que hasta hace relativamente poco no me han calado. Ésos, que me están ganando tan poquito a poco que a penas me doy cuenta. Y que quizá ellos ni sean conscientes. Pues sabedlo, daos por aludidos si estáis leyendo esto.


Lo voy a decir: me hacéis muy feliz, hacéis que me acuerde siempre de lo bueno. Tirando de mí, sabiendo elegir la mejor manera de contarme el cuento.

lunes, 9 de abril de 2012

 

 

Quizás simplemente se trate de estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado.
 
Nos pasamos la vida esperando a que nuestros sueños ideales se conviertan en realidad, sin darnos cuenta de que quizá nunca lleguen. Que desear una cosa con todas tus fuerzas no es suficiente para que se cumpla. Que si tiene que ocurrir, ocurrirá. Pero no cuando tú quieras, sino cuando tenga que ocurrir.
 
Tal vez, a veces, sólo sea necesario dejar de esperarlo para que ocurra...

domingo, 1 de abril de 2012

Querida Cartagena.

Hace unos días, salí a pasear por Cartagena al atardecer. La encontré rara. Tiendas nuevas y otras cerradas.

Vale que soy poco observadora, pero esta vez no se debía a mi despiste. Llevaba mucho tiempo sin salir por mi ciudad. Más del que me gustaría.

Jamás pensé que diría esto (y menos yendo y viniendo todos los días en bus), pero ahora vivo más en Murcia. Puede que no pase más horas ahí que aquí, pero estoy activa durante más tiempo a lo largo del día. Y no me gusta. Supongo que es el precio a pagar si quiero estudiar una carrera que no está en mi ciudad. Pero eso no hace que deje de plantearme demasiadas cosas.

Pero, en fin, tengo dos semanas para disfrutar aquí, con los míos. Catorce días sin pisar Murcia. Catorce días en mi ciudad portuaria. Días de estudio intensivo si quiero mejorar este segundo cuatrimestre, sí.

Pero mientras esté concentrada con mis apuntes/libros de lo que sea, cerraré los ojos y pensaré que tengo la brisa del mar a unos metros de mí. Y eso no es algo que pueda decir un día normal. El que no se consuela es porque no quiere.