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viernes, 31 de mayo de 2013

Muy de cuando en cuando.

"Muy de cuando en cuando, en medio de tanto azar, ocurre algo inesperado que nos empuja hacia adelante".

Y vaya que si nos empuja. Yo pensaba que era imposible pasar de 0 a 100 tan rápido como pasamos de 100 a 0, pero he comprobado que es posible. No necesitas más que sonreír y mirar las cosas desde una perspectiva más bonita. Incluso las cosas malas, todo tiene una perspectiva que no duele. Quizás algunas veces el problema sea (querer) encontrarla. 

Yo he decidido que quiero buscarla, siempre. Que por muy mala que sea una situación, siempre hay algo bueno en ella, y me he propuesto encontrarlo. 

Después de la tormenta siempre llega la calma. Pero también hay que disfrutar la tormenta, con paraguas incluido. Porque, ¿quién sabe?, quizás el paraguas amarillo esté más cerca de lo que podamos pensar.

jueves, 23 de mayo de 2013

Desperté sobresaltada empapada en sudor. Pegué un par de patadas a ciegas y aparté las sábanas que casi me impedían respirar tranquila. No era la primera vez que me pasaba, para nada. 

Por muchas vueltas que le daba, era incapaz de explicarme qué hacías en mis sueños. De hecho, siempre te lo preguntaba, pero cuando estabas a punto de contestar, me despertaba sin poder remediarlo. Y me quedaba sin oír la respuesta. Y así noche tras noche. 

Luego te veía y no era capaz de decirte algo más que un simple "hola". Pero por dentro me mataba la curiosidad de saber por qué te veía cada noche cuando me dejaba arrastrar por Morfeo. 

Había un esbozo de respuesta en lo más interior de mí, pero no quería hacerle caso. Quería que fueras tú quien me lo dijera. Así que esa noche me propuse con todas mis fuerzas no despertarme hasta oír la respuesta. 

Pero no lo conseguí. Y me cabreé, me cabreé mucho. La única solución que me quedaba era preguntártelo la próxima vez que te viera. Y estaba dispuesta a hacerlo. 
Te escribo desde los centros de mi propia existencia, donde nacen las ansias, la infinita esencia. Hay cosas muy tuyas que yo no comprendo, y hay cosas tan mías pero es que yo no las veo...



Déjame dejarte...

domingo, 5 de mayo de 2013

A veces quisiera hacerme muy, muy pequeña. Tanto, como para poder pasar un día entero persiguiéndote y que no te percataras de que estás siendo observado. Un día entero sabiendo de ti. Qué haces cuando te levantas, cómo te gusta el café, qué tipo de música escuchas, qué sitios sueles frecuentar, con quién compartes tus días. Saber más de ti. Más de lo que me muestras, más de lo que dicen tus ojos. Conocer mejor tus ojos. Mirarlos de cerca. Estudiarte centímetro a centímetro. Un día. Sólo pido un día. Un día de ti. Y después... todo surgirá.

jueves, 2 de mayo de 2013

Mayo es igual a exámenes.

Mayo ha llegado de nuevo, acompañado de ese agobio tan suyo que me deja sin apenas respiración, por tercer año consecutivo. Mayo es igual a exámenes. 

Una vez más, mayo me trae otro curso que se acaba. Y con este ya van dos en la universidad. Dos cursos cumpliendo mi sueño de niña, dos cursos de ilusión (y a la vez desgana). Este segundo curso me ha traído muchas más sorpresas que el primero, tanto profesional como personalmente. He terminado de atar unos lazos que espero que nunca se suelten del todo. He soltado unos cuantos que estaban amarrados con pinzas, y que no merecían ni siquiera eso. Pero, si tuviera que elegir algo de este año, sin duda son las pocas pero intensas visitas a los juzgados. Para reafirmar una vez más, que no me equivoqué.

Realmente los profesores son buenos maestros -unos más que otros, todo sea dicho-, pero nadie habla nunca de lo que te pueden enseñar los compañeros. Toda carga es menos ligera llevada entre más de una persona. Cómo olvidar los días de encierro en los que maldices hasta al hombre que te hace las fotocopias en la copistería. Y las noches previas a cada examen en las que debes estar agradecido si duermes más de 4 horas. Pero merecen la pena cuando a media noche recibes un WhatsApp de alguien que, como tú, tampoco dormirá las horas necesarias para tener buena cara al día siguiente. Merecen la pena las miradas aterrorizadas que cruzamos antes de cada examen, porque a la vez encierran una complicidad que tienes con muy pocas personas a lo largo de tu vida.

Cómo olvidarme de este curso... si realmente ahora es cuando está empezando la realidad. Ahora es cuando ésto se está convirtiendo en mi rutina. Rutina que, aunque a veces me supere, no quiero dejar nunca. Quiero pasarme el resto de mi vida hablando sobre ésto. Quiero que cuando me encuentre cansada después de un largo día, sea por haber estado horas y horas trabajando... de ésto. 



Y yo no sé si soy masoca, o me estoy volviendo loca. Pero lo cierto es que me encanta el agobio que conlleva estar en mayo.