Sígueme si quieres, pero recuerda que yo tampoco sé el camino...

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martes, 26 de junio de 2012

Mírate

"Eres feliz hasta cuando no tienes motivos aparentes. Es difícil hacerte cambiar de opinión, pero no te obcecas con tus pensamientos. Los estudias detenidamente y los mantienes si crees que siguen siendo correctos, y si consideras que estás equivocada... poco a poco vas rectificando.
No existe persona en el mundo que pueda despertar tu lado violento, es más, creo que ni siquiera lo tienes.
Haces simple lo complicado, y posible lo imposible. Eres el esfuerzo y el trabajo hecho persona. Tienes unas metas muy definidas y no pararás hasta llegar a ellas. Eso sí, disfrutando del camino como la que más.
Realmente te apasiona lo que haces. Conozco a pocas personas con una fuerza de voluntad semejante a la tuya. Puedes explicar algo complejo con las palabras más sencillas que existen. Y tu hambre por aprender es insaciable. 
Eres capaz de transformar tus ojos con un leve pestañeo. Unas veces dejas que hablen por ti, y otras los vuelves inescrutables. Y te encanta tener ese poder sobre ti misma.
Sabes medir las palabras exactas para decir cosas realmente duras y seguir siendo adorable.
Nunca pierdes la esperanza, por muchas malas pasadas que te juegue la vida. Crees en ti misma, y, escúchame bien, esa es el arma más poderosa que posees. Cuando crees en ti, no hay nada, ni nadie, que pueda hundirte. Sólo tú tienes ese poder, y cada día lo haces más intransmisible. 
Hay pocas personas que consigan hacerte llorar de felicidad, pero tienes muy claro quiénes son y confío en que nunca las alejarás de ti, porque te hacen la vida más feliz y más fácil.
Es difícil conocerte al 100%, y estoy seguro de que el día que alguien lo consiga... no te dejará escapar jamás. 
Te seré sincero, no sé muy bien cómo he llegado hasta aquí. Yo me encontraba muy lejos de ti y de todo este universo tan tuyo y tan especial, pero empecé a ver una luz azul que parpadeaba y sentí curiosidad. Me quedé ensimismado con ese relampagueo, y pensé que acercándome más vería la luz sin ningún tipo de pausa. Y aquí estoy. Contemplándola cara a cara y dejando que me encandile de pleno para no perderme ni un detalle."

Un día, hace mucho tiempo, alguien me dijo todo esto. Después, desperté y lo perdí.
No consigo recordar sus ojos, ni su sonrisa, ni de qué color era su pelo. Lo único que consigo recordar es cómo me hizo sentir. No recuerdo si me dijo que lo buscara yo, o que el vendría a por mí de nuevo, pero sé que existe. Que está ahí afuera. Y ésto me da fuerzas para despertarme cada día sonriendo y con la certeza de que volveré a verlo. Pero esta vez será en persona, y lo agarraré tan, tan, tan fuerte, que no se irá jamás.

domingo, 24 de junio de 2012

"No hay nada que se pueda hacer cuando algo nos falta, debemos llenar ese vacio... Aunque cuando es el amor lo que nos falta, no hay nada que lo llene de verdad."




Una duda que tengo... ¿dónde se guardan las ganas de enamorarse?

lunes, 18 de junio de 2012

Demasiada seriedad.

Es más de la una de la madrugada y mañana tengo mi último examen del curso. Y además, el más difícil. Tengo un agotamiento mental y físico que cualquiera que se encuentre en un radio de proximidad a mi vida, puede comprobar. Miro ensimismada la pantalla mientras mis apuntes de Derecho Penal me llaman desde el escritorio. Sé que debo acudir a ellos, pero estoy un poco cansada de hacer lo que debo en lugar de lo que quiero, así que esta noche voy a permitirme el lujo de darme unos minutos a mí misma.

Hace días, meses, que prácticamente no me reconozco. Me miro al espejo y no puedo remediar imaginarme con 10 años más, dedicándome a lo que siempre he deseado. Pero no encuentro ni rastro de la que era hasta el verano pasado. De la que lloraba con Operación Triunfo y a la que le bastaban un parque, una bolsa de pipas y una cámara de fotos para pasar una tarde inolvidable.

Creo que me he sumergido en un mundo demasiado serio. Un mundo lleno de delitos, de tecnicismos pedantes y de personas vestidas con traje de chaqueta como uniforme diario. Siempre he sabido que yo quiero esto, pero no sé si aún estoy preparada para dar este salto tan grande.

Me da miedo sentirme durante el resto de mi vida como me he sentido los últimos meses. ¿Cómo? Fría con las personas que más quiero, por el simple hecho de que no ocupan su cabeza con lo mismo que la ocupo yo. Y no es que me muestre fría por desprecio ni nada semejante, sencillamente las tonterías que antes hacíamos juntos ya no me divierten; al igual que no me interesan los temas de conversación tan banales. Porque después de haberme empapado de las miles de maldades e injusticias que nos rodean día a día y escapan a nuestro control... sinceramente no me apetece hablar de si han cerrado no sé qué tienda o si han puesto un Smooy nuevo.

Y me da pena. Me da pena perder para siempre a esa niña alegre y gritona que imponía su ley por encima de todo (¿véis? ya de pequeña apuntaba maneras) y conseguía convencer a sus padres para que la llevaran a un concierto de David Bustamante. Aunque me siga muriendo de ganas de disfrutar de sus directos. Pero ahora ya entiendo que no es algo que necesite como el respirar. Que para necesidades vitales, ya están otras.

Por eso necesito como nunca este verano. Para volver a mi mundo. Al mundo de Mary Mosby, la chica soñadora que no hay día que pierda la esperanza de encontrar a su Ted, y no al de 239****3-G, 1º de grado en Derecho, grupo 5. O al menos, para comprobar si soy capaz de volver. Comprobar si he desaparecido al 100% o me estoy escondiendo en algún recoveco de esta nueva yo que a veces me encanta y otras veces me parece una auténtica desconocida.

Pero para eso, primero debo cumplir mis obligaciones. Así que, con vuestro permiso, mis apuntes me necesitan...

domingo, 10 de junio de 2012

Ten cuidado con lo que pides, porque se puede hacer realidad.

Siento envidia de todo aquel que tenga más de una certeza en su vida. Algo que sabe que quiere sí o sí, y que no hay ni un solo día en que cambie de opinión. Visto así, yo también tengo alguna certeza. Que quiero dedicarme al Derecho. Y poco más. Pero no estoy hablando de certezas de este tipo. Intento comprender cómo estar segura de lo que sientes. Cómo saber que esas mariposas en el estómago no se irán nunca, y que las vas a sentir únicamente por una persona para el resto de tus días.

Os envidio, de verdad que sí. Porque yo aún no he tenido esa suerte. Y cada vez que creo tener las mariposas bajo mi control... alguien me raja el estómago y me las saca a puñados bruscamente, hiriéndome en lo más profundo de mi ser.

Por suerte, siempre logro cerrar la herida y preparar mi estómago para las nuevas inquilinas que no tardan en llegar. Hasta que vuelven a arrebatármelas. Y así sucesivamente.

Hasta que lleguen las definitivas. Las que vengan con entrada VIP y antes de alojarse digan "te informamos que venimos a quedarnos para siempre, que nada ni nadie nos sacará de aquí". Pero me pregunto cómo voy a reconocerlas. Quizá revoloteen de una manera especial. En cualquier caso... estoy lista para recibirlas.


jueves, 7 de junio de 2012

Lunes, 4 de junio del 2012.

Hoy te digo adiós. Con todo el dolor de mi corazón, pero te digo adiós. No hasta pronto, sino adiós. Adiós para siempre. Ambos sabemos que es lo mejor, que es la única manera de no seguir haciéndonos daño. No me guardes rencor por esto, por favor. Sabes tanto como yo que esto lleva muerto demasiado tiempo, y que este momento tenía que llegar.

No creas que para mí es fácil ver por una ventana cómo poco a poco tu figura se va haciendo más pequeña. He tenido que agarrarme al asiento para frenar el impulso de gritarle al conductor que pare el tren, que yo me quedo aquí, contigo. 

Pero a veces, hay que escuchar a la razón antes que al corazón.

Espero que algún día puedas perdonarme. 


Salió el sol.

Es curioso como seis palabras de una persona cualquiera pueden alegrarte el día. Bueno, a decir verdad no es una persona cualquiera. En cualquier caso, era la persona que tenía que decirme esas seis palabras para que en  mi cielo volviera a salir el sol y pudiera tirar el paraguas hacia atrás con todas mis fuerzas. Como aquel día en el que me dieron una de las sorpresas más surrealistas de mi vida.


Era viernes. Octubre o noviembre, ¿qué más da?13:55. Como de costumbre, estaba comiendo sola -asco de horario- mientras veía La ruleta de la suerte. Mi móvil sonó y en la pantalla apareció el nombre de mi mejor amiga (sí, esa que está tan loca que ha decidido irse a estudiar no se qué de diseñar cosas y hacer casas de pájaros a 500 kilómetros de mí). Sorprendida, contesté.


- ¿Sí? ¿Pasa algo?
-¡¡Hola!! Me aburro, han cortado internet en la residencia y no sé que hacer. ¿Te pillo mal?
- Pues estoy terminando de comer y ahora cogeré el autobús para ir a la universid...
- Ah, ¡perfecto! En Madrid hace un día genial. Mi madre me ha dicho que por Cartagena está lloviendo, cógete un paraguas, ¿eh?
- Sí, lo sé...
- Eh, espera. Amanda está llamando a la puerta de mi habitación. Querrá que comamos juntas, ahora te llamo, ¿vale?


Sin dejarme tiempo de contestar, me colgó. Esta chica no es normal. Será por eso que la quiero tanto. 


En fin, recojo la mesa, voy al aseo, me lavo los dientes y mi móvil vuelve a sonar. ¿¿Otra vez?? Sí que se aburre sin internet. Descuelgo...


- ¿Estás ya en la parada? 
- No, sigo en  mi casa, ¿por?
- Nada, hablar. ¿Sabes? Hoy he dibujado blablablabla... (siento no recordar qué habías dibujado)
- ¿En serio? (debió de ser algo raro, porque de verdad me sorprendí). Hazle una foto y me la mandas.
- Vale. Oye, ¿qué haces?
- Acabo de salir de mi casa. Voy de camino a la parada. Espera, voy a abrir el paraguas (click)
- ¡Coooorre que se te escapa el autobús!


Voy a avanzar dos minutos más, porque si no esto se puede alargar mucho.


- ¿Por dónde vas?
- Joder, ¿qué te ha dado hoy? Estás pesadita. ¿Tanto de menos me echas? Aún queda tiempo para vernos, pero tampoco es para tanto...
- Bueno, sí. Oye en serio, ¿cuánto te queda?
- Estoy llegando a la Asamblea. (Añado que mi parada está justo al lado de la Asamblea)

Miro hacia  la Asamblea, instintivamente, para comprobar que, en efecto, estoy llegando. Y veo a una chica con una maleta, con el pelo calado, el móvil en la oreja y mirando en dirección contraria a mí.


- ¡¡Tía, hay una que se parece un montón a ti sentada aquí!! Ja, ja, ja, ¡qué locur...! ESPERA, ¡ERES TÚ!


Y aquí es cuando cuelgo, tiro el paraguas hacia atrás cual loca, dejando que la lluvia me moje... y me tiro a los brazos de ella. No se lo dije en su momento, pero antes de mirarla a la cara después del abrazo, tuve que secarme las lágrimas que querían salir de mis ojos.


- ¡Mierda! Me has jodido la sorpresa, quería decirte que me gustaba tu paraguas de flores, que por cierto, es nuevo, ¿no?


Que me ha jodido la sorpresa, dice. Y sonrío. Sonrío mientras la miro. Un mes sin verte ha sido demasiado, amiga.




En realidad, no sé por qué he acabado contando esto. Mi propósito era hablar de la persona que ha hecho que saliera el sol hoy para mí. Y curiosamente ha salido hace a penas una hora. Pero, en fin, ya os hablaré de la persona en cuestión otro día.

miércoles, 6 de junio de 2012

Hoy hace sol, pero mi cielo está nublado.

No sé si será porque en tres horas y media tengo un examen, vete tú a saber. Quizá influya el hecho de que llevo la misma camiseta que el día que fui a ver a Ángel Martín. O tal vez sea porque mi mejor amiga se encuentra a 500 kilómetros de distancia.  O porque últimamente no tengo a nadie con quien poder pensar en voz alta. Quién sabe. También puede ser porque acabo de salir de la ducha y he escuchado Mío. Ducha y Mío no son buena combinación cuando estás nostálgica -o lo que sea que esté-. Aunque pensándolo mejor... puede que sea porque no paro de explicarle a mi cerebro la diferencia entre recurso de inconstitucionalidad, cuestión de inconstitucionalidad y recurso de amparo. ¿A que está clarísima? Pues nada, él se empeña en mezclar. No, nada de eso. La culpa la tiene Murcia, porque aquí hace fresquito, pero en cuanto me baje del autobús me voy a morir de calor. Y odio el calor. Me gusta el verano por las vacaciones y porque tengo más tiempo para mí, pero no por el calor. Genial, acabo de recordar que este verano voy a tener que estudiar. Ser abogada ya puede ser la profesión más emocionante del mundo, porque si no...

Antes de salir cogeré las gafas de sol. Y el paraguas, por lo que pueda pasar...



martes, 5 de junio de 2012

Cabreada, salgo de la facultad. No me puedo creer que haya hecho el examen de mi asignatura favorita tan rematadamente mal. Rematadamente mal en mi escala es equivalente a un 5 o 6 en nota numérica. Puede parecer una chorrada, pero ese examen me ha herido en el orgullo. Es mi asignatura favorita, joder, y quería sacar buena nota.

"Vamos a tomar algo para celebrarlo", oigo a pocos centímetros de mí. ¿Celebrar el qué?, pienso inmediatamente. Pero me callo. Celebremos simplemente que ya tengo una asignatura más aprobada. Sí, claro, conformémonos con ser mediocres, con estar dentro de la media.


Iba yo con todo este embrollo en la cabeza cuando mi mirada se cruzó con la de un hombre que, sentado en el suelo, tenía a su lado una tarrina de helado vacía a modo de hucha, esperando la generosidad de alguien que se hubiera levantado de la siesta con sentimientos altruístas, o que simplemente volviera de fundir su Visa y que, al comprarse un cucurucho para coronar la tarde, mirara con desdén la calderilla que el joven dependiente que trabaja en la heladería para pagarse la carrera -o al menos eso dice-, y la depositara dentro de su tarrina-vacía/hucha. Echo un vistazo rápido a la tarrina vacía, inconscientemente, para comprobar si este hombre hoy se irá a la cama -o a donde sea que duerma- con algo en el estómago. Pero mi vista se detiene en sus pies. Y digo en sus pies, porque está descalzo. E inmediatamente algo llama más mi atención: no tiene dedos; y al parecer, ha tenido muchos años para acostumbrarse a la ausencia de ellos. No es la primera vez que lo veo, por supuesto que no.

-¿Nos sentamos fuera o dentro?
- Dentro -acierto a decir a tiempo.

Y con los ojos clavados en mi limonada de 2,50€, no logro olvidar la mirada de ese hombre. No me apetece tomarme mi limonada. Es más, quisiera regalársela. No, mejor aún, desearía no habérmela comprado y haberle dado las dos monedas a aquel hombre.

Pero soy cobarde.

Y ya no me siento mediocre, sino afortunada. Afortunada y triste.

domingo, 3 de junio de 2012

Y así es como un sueño empieza a cumplirse.

Si quisiera contar esta historia desde el principio, empezaría a hablaros del 12 de junio del 2011, y de cómo empecé y terminé mi selectividad. Pero voy a ahorrarme detalles innecesarios, porque el verdadero comienzo de este sueño fue exactamente el 14 de septiembre. Una ciudad nueva y prácticamente desconocida se iba a convertir en (por suerte) mi segundo hogar. Y un aula más grande de lo que esperaba y más calurosa de lo que todos necesitamos, más aún.

Me encontraba en medio de mucha, quizá demasiada gente. Todos con una sonrisa en la cara, nerviosos, ansiosos por comenzar este nuevo camino (estoy segura que unos más que otros). Es difícil explicar con palabras lo que se siente los primeros días de clase en la universidad. Es una mezcla entre incredibilidad por el hecho de que ya haya llegado el momento, y miedo de no saber si has elegido el camino correcto. En mi caso, a los pocos días estaba convencidísima de que si es cierto eso de que cada persona nace con un destino escrito, el mío estaba ahí: rodeada de esos profesores, de esos compañeros y de miles de folios.

Pronto descubrí que quizá iba a resultar más complicado de lo que me habían dicho (sí, más aún), y no mucho más tarde empecé a odiarme por haber nacido con la convicción de que servía para el Derecho. Cuanto más me adentraba en mi maravillosa carrera, más miedo me daba y menos entendía lo que estudiaba. Por suerte, pasado el agobio del primer mes, supe que realmente sí que era mi camino, pero que éste no era de rosas.

Quizá uno de los regalos más grandes que no he sabido ver han sido mis profesores. Porque, por mucho que digan, el Derecho Romano puede resultar la cosa más interesante del mundo si tu profesor es J. R. R.; no intentes desconectar en clase, porque es algo prácticamente imposible. Te hace vivirla en primera persona, reírte a más no poder con sus dibujos y sus símiles, y descubres que, al contrario de lo que puedas haber escuchado en boca ajena, Roma está en todas partes y le debemos más de lo que pensamos. En el otro extremo de las clases amenas, quizá podría situar al Derecho Internacional y a E. M. R. (opinión tal vez demasiado personal, pero no puedo decir otra cosa). El desorden tiene nombre propio y yo he tenido la suerte de tenerla de profesora... Aunque, siendo realistas, cambiaría todo mi orden por tener la tercera parte de conocimientos que esta mujer. Hablando de mujeres, he de admitir que desde la primera clase de Derecho Civil con B. A., tengo muy claro que yo de mayor quiero ser como ella. Aunque claro, si de Derecho Civil se trata (ya sea I, II, III o todos los que le venga en gana venir a explicarme)... yo me declaro fan de mi querido M. H. A. Doy gracias a quien hizo que le diera clase al grupo V, porque creo que no puede haber mejor profesor para mí que él; y es que, la mejor fórmula para que logre no pestañear durante una hora y media, es sin duda ponérmelo delante hablando de lo que más me gusta del mundo con su peculiar toque de humor que me encanta. Y otra cosa que me encanta son los profesores que acostumbran a no venir a clase sin avisar, a invitarnos a miles de conferencias aún a sabiendas de que no vamos a ir, y que se porten tan genial en el examen. Sí, por supuesto que estoy hablando de Teoría del Derecho y de nuestra  no-senadora T. V. No hizo falta hacerle contracampaña, pero si hubiera sido necesario, todos habríamos estado de acuerdo (quizá por única vez en todo el curso) sólo para no volver a ver más al protagonista del hastag más famoso de toda la clase (#MiProfeSustitutoDeTeoriaDelDerecho). Sin duda, ella es lo mejor que nos pasó el primer cuatrimestre, porque nos hizo fácil lo difícil. Y en el reverso de esta moneda, hemos comprobado que lo que a priori puede parecer fácil, se vuelve difícil a la primera de cambio: Historia del Derecho. Encontrar la respuesta correcta puede parecer fácil, pero cuando tienes que buscarla en una torre de folios kilométrica... se convierte en toda una hazaña. Aunque para hazañas las de D. P. G. en Derecho Constitucional I. El inconformismo hecho hombre trató de abrir nuestras cabecitas pensantes intercalando clases de teoría con miles de historietas personales a las que no le faltaban risas en modo de aplausos cuando concluían. Anécdotas que no teníamos con su compañero de materia y gran maestro don A. G., que renunció a una plaza en el Tribunal Constitucional por enseñar toda su sabiduría a proyectos de juristas que en la mayoría de ocasiones no supimos valorar lo que teníamos delante. Todo lo contrario que este segundo cuatrimestre, en el que las clases de Derecho Constitucional II se han convertido en una sala de informática en la que todo el mundo atiende y toma apuntes cuando el profesor se ciñe a la materia, pero al mismo tiempo navegan por infinitas páginas web cuando A. M. habla del tema que más le gusta del mundo: el Rey. Y para rey, el profesor de Economía para juristas, que se ha ganado nuestra simpatía haciéndonos creer que somos su clase favorita de entre todas las que ha dado a lo largo se su vida, porque "no me digáis que esto de la Economía no es interesante". Lo que también es interesante sería saber quién tuvo la maravillosa idea de poner Inglés para juristas en 1º de carrera, aunque quizá mereció la pena sólo por conocer al buenazo de M. A., por descubrir que no todos los licenciados en filología inglesa tienen una pronunciación decente gracias a I. A., y por supuesto, aumentar más en nosotros el tópico de los ingleses por medio de nuestra nativa. Pasando de lo inútil a lo útil, he de admitir que nos espera por delante es un gran futuro como juristas si aprovechamos las clases de Derecho Penal con la que dicen que es la profesora más estricta de toda la facultad en su materia. La disciplina, exigencia y elegancia en persona. No hay punto intermedio: o la admiras o la odias... por suerte aún me encuentro dentro del primer grupo. Y para grupos, los colores y las preferencias. Porque estar tirados en un pasillo cuatro horas y media esperando para hacer un examen oral sólo porque al señor magistrado don F. C. R. se le ocurriera dejarnos para los últimos en nuestra primera toma de contacto con el Derecho Procesal.... es algo que vas a llevar contigo debajo de tu toga toda la vida.

Lo mejor de escribir y volver a recordar todo esto, es saber que hay gente que al recordarlo, sonríe tanto como tú. Y, aún mejor es saber que esto no ha hecho más que empezar. Que todavía nos quedan tres (esperemos que sólo tres) largos años más de anécdotas, risas, agobios, peleas y situaciones incómodas juntos. Porque saltarte una clase para ir a estudiar a la biblioteca de la facultad y descubrir que allí hay más compañeros tuyos que en el aula... no tiene precio. Igual que tampoco lo tiene el madrugar para pasar todo el día en Murcia junto a unos compañeros que te van a hacer la contra en todas las ideas que aportes para el trabajo en grupo... pero que finalmente sabes que se van a rendir y te saldrás con la tuya.
Aunque sin duda, el cambio más grande ha sido el de horarios. Aprender a estudiar por las mañanas y dar clase por las tardes es un trabajo complicado. Sobre todo cuando sales de la universidad de estudiar un viernes a las 9 de la noche y te encuentras con un ambientazo de infarto por el centro de Murcia.

Pero, oye... todo esto no son más que gajes del oficio. Gajes que no cambiaría por nada del mundo.
Y así, justamente así, es como empieza a cumplirse un sueño. El sueño de esta pequeña pre-jurista incansable, que insiste en imaginar un mundo más justo, y que luchará todos los días y todas las noches del resto de su vida, para dedicarse a lo que más le gusta del mundo.




* Únicamente aparecen las iniciales de los profesores para su mayor seguridad.