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lunes, 16 de julio de 2012

CRZ

Hoy me ha dado por recordar cómo era mi vida a los pocos años de añadir una cifra más a mi edad. Las clases eran "un rollazo", por supuesto que no disfrutaba estudiando, pero lo hacía el día de antes de prisa y corriendo y la verdad es que obtenía buenos resultados. Los cambios de clase eran una constante pelea de bolas de papel y tizas hasta que un "¡agua!",o, en nuestro caso, un "¡agua, tierra, fuego!" nos avisaba de que el profesor venía de camino por el pasillo y debíamos volver a ser niños bien educados.Vivía toda la semana esperando el viernes por la tarde.

Los viernes eran mi paraíso, nos reuníamos todas en casa de la amiga que vivía en el sitio más estratégico para juntarnos con todos los demás. A veces nos íbamos a la famosa plaza roja cruzando los dedos para ver si ellos aparecían por ahí, y se nos subía el corazón hasta la garganta cuando la suerte estaba de nuestra parte y podíamos cruzar miradas e incluso palabras con ellos. Y, ¿qué decir de las fiestas de pijamas? Aún hoy recuerdo cómo me sentía con ellas a mi lado, hablando de cualquier chorrada, comiendo pizza a las 3 de la mañana, recordando "amores" pasados, ilusionándonos las unas a las otras... Si me acuerdo sólo puedo sonreír. Por no hablar a la típica amiga a la que sólo dejaban quedarse a dormir si también me quedaba yo... O las escapadas a la bolera cuando la mayoría de nuestros padres pensaban que estábamos durmiendo, para ver a los protagonistas de nuestras fantasías jugar al billar... Lo único malo de todo esto era el despertar de la mañana siguiente. Con suerte habíamos dormido 4 horas seguidas, y nuestras caras eran un vivo reflejo de ello.

Las actualizaciones en el "fotolog" contando nuestro día a día. Recuerdo una vez que pasamos todo el día (y noche) juntos, y para no olvidar ningún detalle, íbamos apuntando todo lo que hacíamos en una libretita... Y al día siguiente todos los lectores de nuestro blog podían sentirse parte de la historia.

Los llantos por el mal de amores, los cabreos tontos cuando un chico nos ilusionaba a más de una... Y comentar una de las series que más me ha marcado en mi vida, Rebelde Way. Sentir la envidia de todas mis amigas cuando los vi en directo en la firma de discos.

Los festivales de ballet con mis dos mejores amigas. Llevar bolsas de patatas ocultas entre la ropa de baile y comer entre descanso y descanso. Las clases en las que acabábamos reventadísimas de tanto bailar y pasárnoslo bien juntas...

Y así podría seguir durante horas. He tenido una infancia muy, muy feliz. Y unas amigas inmejorables a mi lado. Ahora las miro... y siento demasiadas cosas a la vez. Nostalgia, porque muchas ya no son lo que eran. De hecho, algunas ni siquiera cruzan más que un simple "hola" conmigo cuando nos vemos por la calle. Por suerte, con otras mantengo un poco más de contacto... Pero también siento felicidad, porque a pesar de que ahora estemos distanciadas, ellas me hicieron muy feliz, y siempre las recordaré. Me gustaría reunirme con ellas alguna vez, y hablar de lo que fuimos, de lo que nos hemos convertido y que por unas horas todo sea como siempre. Aunque después cada una volviera a su vida y no volviéramos a vernos en meses... Pero de verdad que me gustaría darles las gracias por esos años y por tanto cariño.

Esta entrada va dedicada para mis 3 mejores amigas de la infancia. Que sepáis que me sigo acordando de vosotras, y mucho. Que tengo un anillo con tres letras que me recuerda todo lo que un día fuimos. Nunca os olvidaré, siempre seréis mis CRZ.

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