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martes, 7 de agosto de 2012

- Pide un deseo.

Cierras los ojos bien fuerte y obedeces. Lo tienes. Sonríes. Abres los ojos y soplas las velas que tienes delante de ti. 

Y así cada año. Pensándolo en frío, puede parece una chorrada creer que un día al año pueda hacerse realidad aquello que deseas con todas tus fuerzas si lo retienes en tu mente unos segundos antes de soplar unas velas. Pero es un día especial. Es tu día. Es el día en el que nadie te lleva la contraria. En el que todas las personas para las que significas algo, intentan pasar un rato contigo, o al menos hablar durante unos minutos para hacerte ver que se acuerdan de ti. Es el día en el que celebras un año más en este mundo (aunque a veces piensas en si realmente hay algún motivo para celebrar cosas así). 

Es tu día, y nadie te va a quitar la ilusión de pensar que todo es posible. Y de que quizá este año sí se haga realidad. Porque puede que las estrellas fugaces no sean eficaces, pero lo deseos de cumpleaños tienen una magia especial que te dice que todo es posible. Quién sabe.

Yo de momento ya tengo mi deseo preparado para cuando tenga unas velas a pocos centímetros de mí dentro de 9 días. Te voy a pedir a ti. Una vez más.


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