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viernes, 7 de octubre de 2011

Querido diario:

Ya hace un mes y un día desde el momento en el que di el paso. No fue algo que había planificado con antelación, pero ocurrió así. El dolor es menos fuerte de lo que pensaba, ciertamente empezó a cicatrizar demasiado pronto quizá. No estaba en mis planes a corto plazo hacer lo que hice, pero ya no podía aguantar mucho más tiempo con la duda. Lo cierto es, que no puedo evitar seguir sintiendo ese cosquilleo cuando le miro a los ojos, pero sólo cuando le miro a los ojos. Podría intentar pasarme el resto de mi vida evitando su mirada, si fuera necesario. Pero, por suerte o por desgracia, odio huir de los problemas: así como yo misma me los busco también creo que debo plantarles cara. Mi corazón ha hecho un esbozo de principio de ilusión en estos días. ¡Qué digo uno! Varios. Quizás demasiados, y demasiado precipitados. Y por lo visto también ha decido cerrar la puerta que parecía empezar a abrirse poco a poco. Sí, lo sé, no lo entiendo ni yo. Quizás le dé miedo volver a exponerse al mundo real y quiera quedarse en su cajita de cristal un poco más de tiempo. Al menos ahí nadie le molesta ni le hace daño. Quiero, de verdad que quiero romper esa cajita de cristal, pero ya definitivamente. Quiero encontrar a la persona que cuide de él mejor que yo, porque últimamente me cuesta mucho tenerlo contento. Y voy a buscar como una loca hasta dar con él. Porque sé que hay alguien ahí fuera que tiene la llave de la cajita, sólo falta que sepa qué es lo que abre...

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