Sígueme si quieres, pero recuerda que yo tampoco sé el camino...

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miércoles, 2 de octubre de 2013

A veces me elevo, doy mil volteretas. A veces me encierro tras puertas abiertas. A veces te cuento por qué este silencio. Y es que a veces soy tuya, y a veces del viento.

Te escribo para contarte que no sé si decirte lo que me gustaría que me dijeras.
Que me dijeras si quieres saber lo que realmente quiero decirte.
Esto que llevo aquí, dentro de mí.
Esto que a veces no me deja respirar, y otras veces me deja sin respiración.
Pero también lo que a veces me resulta tan sencillo dejar de lado y fingir que respiro con normalidad.
Decirte lo fácil que es respirar teniéndote cerca de mí, sabiendo que respiramos el mismo aire.
Pero decirte también que respirar tu ausencia no me duele tanto como a veces creía.
Que cuando te respiro siento que quiero pasar el resto de mi vida respirándote.
Y cuando no te respiro no se me va la vida en buscarte.
Pronto encuentro otro aroma que me dé el oxígeno necesario para seguir viviendo.
Porque tu aroma no es tan esencial como en las noches de insomnio me parece.

Y decirte que lo importante es respirar, no lo que respiras. 
Pero que si quieres, me puedes respirar...

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