Hay personas que no suelen llorar. Por una serie de razones que nunca conoceré, yo soy bastante llorona. Quizás las cosas me afecten demasiado. Es posible que la razón sea que el ideal que me monto en mi cabeza pocas veces se corresponde con la realidad. Pero el caso es que lloro mucho. Como si con las lágrimas pudiera expulsar de mi interior lo que me está haciendo daño; como si las lágrimas purificaran el alma. Y creo que de algún modo es así. Si no lloras algo que te duele, te va a doler durante más tiempo.
Llora, llora todo lo necesario. Piensa que cuando las lágrimas limpien las nubes de tus ojos, pronto verás el Sol. Más bonito y reluciente que nunca.
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