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martes, 2 de noviembre de 2010



Me miro al espejo y me cuesta reconocerme. ¿Qué ha sido de aquella niña soñadora que creía en los príncipes azules, en la magia y en que los sueños se pueden hacer realidad? Quizá esa niña no se haya ido, simplemente ha cambiado. Porque con el paso de los años, te vas dando cuenta de que por mucho que quieras, los sueños no se cumplen; que no basta desear una cosa desesperadamente para que se haga realidad. Tardas mucho en darte cuenta, desgraciadamente, pero cuando lo descubres... es maravilloso. Porque ya no esperas que pase algo concreto en tu vida, al contrario: vives expectante esperando a ver qué pasará.
Como en un libro de esos que enganchan desde el principio y estás deseando llegar a la última página para saber cómo acaba. Yo he decidido leerme el libro con calma. Y, sobre todo, disfrutando cada página.

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