Todos necesitamos de vez en cuando un hombro en el que llorar, unos oídos que nos escuchen, una boca que nos consuele y unos ojos que digan más que mil palabras. Alguien que aguante nuestros problemas, que escuche nuestros sentimientos y que nos dé una palabra de aliento.
Alguien que nos haga la vida más fácil con una simple sonrisa, y que nos aparte del mundo con una mirada exclusiva para nosotros. Que nos diga que todo tiene solución, y que los exámenes, antes o después, se aprueban. Que las cargas son menos pesadas llevándolas entre dos...
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