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martes, 21 de agosto de 2012

Agosto.

Todos los agostos son especiales. Para mí, claro. Quizás influya bastante el hecho de que cumpla años. O de que tenga más tiempo libre (hasta este año). Lo curioso es que todos los agostos he tenido a alguien en quien pensar. Obviamente el que más recuerdo es el anterior. De hecho, tal día como hoy, estaba conociéndole. Disfrutando con encontrarme con sus miradas furtivas en cada ciudad nueva que pisábamos. Y un año después, y a pesar de todo lo que ha pasado, no me arrepiento de haberlo intentado. Es más, no me arrepiento de ninguna de las veces que lo he intentado, aunque haya salido mal. Porque de todo se aprende en esta vida, y yo soy una persona a la que le gusta muchísimo aprender. De cada error se saca una lección, y de cada mala experiencia, una bonita historia que contar. Y a veces incluso una amistad para siempre.

Pero este agosto es diferente. Este agosto no tengo demasiado tiempo para pensar en lo de siempre. Dedico todo mi tiempo y toda mi mente a estudiar lo que más me gusta del mundo, lo que siempre he soñado y a lo que quiero dedicar mi vida. Y no me arrepiento jamás. Tengo la certeza de que he tomado la mejor decisión de mi vida, y estoy segura de que obtendré mi recompensa. Y valdrá más que todas las historias bonitas y todas las lecciones que he aprendido todos los agostos anteriores.


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