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jueves, 2 de mayo de 2013

Mayo es igual a exámenes.

Mayo ha llegado de nuevo, acompañado de ese agobio tan suyo que me deja sin apenas respiración, por tercer año consecutivo. Mayo es igual a exámenes. 

Una vez más, mayo me trae otro curso que se acaba. Y con este ya van dos en la universidad. Dos cursos cumpliendo mi sueño de niña, dos cursos de ilusión (y a la vez desgana). Este segundo curso me ha traído muchas más sorpresas que el primero, tanto profesional como personalmente. He terminado de atar unos lazos que espero que nunca se suelten del todo. He soltado unos cuantos que estaban amarrados con pinzas, y que no merecían ni siquiera eso. Pero, si tuviera que elegir algo de este año, sin duda son las pocas pero intensas visitas a los juzgados. Para reafirmar una vez más, que no me equivoqué.

Realmente los profesores son buenos maestros -unos más que otros, todo sea dicho-, pero nadie habla nunca de lo que te pueden enseñar los compañeros. Toda carga es menos ligera llevada entre más de una persona. Cómo olvidar los días de encierro en los que maldices hasta al hombre que te hace las fotocopias en la copistería. Y las noches previas a cada examen en las que debes estar agradecido si duermes más de 4 horas. Pero merecen la pena cuando a media noche recibes un WhatsApp de alguien que, como tú, tampoco dormirá las horas necesarias para tener buena cara al día siguiente. Merecen la pena las miradas aterrorizadas que cruzamos antes de cada examen, porque a la vez encierran una complicidad que tienes con muy pocas personas a lo largo de tu vida.

Cómo olvidarme de este curso... si realmente ahora es cuando está empezando la realidad. Ahora es cuando ésto se está convirtiendo en mi rutina. Rutina que, aunque a veces me supere, no quiero dejar nunca. Quiero pasarme el resto de mi vida hablando sobre ésto. Quiero que cuando me encuentre cansada después de un largo día, sea por haber estado horas y horas trabajando... de ésto. 



Y yo no sé si soy masoca, o me estoy volviendo loca. Pero lo cierto es que me encanta el agobio que conlleva estar en mayo. 


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